Después de un día de mucho vértigo en el Nascar de Charlotte, la cuarta jornada tuvo mucho más viaje que las anteriores. Destino final: Richmond, Virginia. Unas 5 horas de auto, a las que hay que sumarle la escala programada en Jamestown.
Aburridos de tanta autopista (tres carriles por mano, atravesando unos bosques increíbles y con muy poco tránsito) bajamos en Durham (Carolina del Norte), para ver qué había. Y nos encontramos con la Universidad de Duke. Muy ignorantes nosotros, porque es una de las top ten de Estados Unidos. Lo importante es que está emplazada en medio de un bosque, con un sistema gratuito de buses que transportan a los miles de estudiantes de un edificio a otro. Pasamos por la iglesia, el ícono del lugar, y continuamos hacia el centro de Durham. Hermoso. Eso sí: medio desierto. Los autos estacionados en las puertas de las casitas, nadie caminando. Como un pueblo arrasado por los caminantes de The Walking Dead. Pero hermoso.
De vuelta a la highway, rumbo a Jamestown. Allí desembarcaron los ingleses hace más de 400 años y establecieron el primer asentamiento en estas tierras. Para visitar el Jamestown Settlement hay que pagar un ticket de 17 dólares por adulto, cosa que nosotros no hicimos. Adentro hay recreaciones de la vida en aquella época y una réplica del Fort James, de 1607. Seguramente es interesante, pero los tours son únicamente en inglés y preferimos pasear por el área sin entrar. Nos metimos en los bosques y encontramos un puesto que fabrica vidrio soplado y prepara réplicas de los elementos encontrados en la zona en excavaciones arqueológicas. Y dando vueltas caímos en Jamestown Beach, una playita a orillas del río James, desde donde sale además un transbordador gratuito hacia la orilla de enfrente.
Richmond es la capital del estado de Virginia. Llegamos a las 18:30 y el centro ya estaba desierto. Algún que otro ejecutivo de traje y corbata caminando por la Main St, con su iPhone en una mano y el café de Starbucks en la otra. Dimos la vuelta alrededor del Coliseum, un estadio cerrado bastante venido a menos, donde tocaría Foo Fighters unos días después de nuestra visita. Y caminamos hasta el Downtown, donde en Canal St hay muchos lugares atractivwos de comida. Seguramente, deben llenarse los mediodías.
En busca de un poco más de actividad humana salimos hacia la zona de la VCU, la Virginia Commonwelth University, una universidad pública a la cual asisten más de 30mil estudiantes de todo el estado, en su mayoría blancos. Obviamente, las calles tenían otra vida. Grupos de jóvenes caminando y riendo, muchos lugares relativamente baratos para comer. The Fan District es muy lindo. Casi que da ganas de tener 20 y anotarse en alguna carrera para vivir acá.
El hotel
Nos quedamos en el Airport Inn Motel: buena elección. A pocas cuadras del aeropuerto, en una zona de fácil acceso. Limpio, amplio, tranquilo. Estaba repleto, sobretodo de camionetas. No tiene desayuno, pero como siempre en estos casos, eso se resuelve parando en un drive-thru del McDonalds, Donkin Donuts o Wendy que están cerca.